Cuando Puyo era apenas un pequeño poblado, de pocas casas de madera cubiertas con hojas de lisan y unas pocas con tejas de barro, donde las calles eran de tierra, vivía un niño llamado Amadeo, desde que era niño no usaba medias, ni zapatos.
Cuando creció la gente del pueblo hablaba de él y de algo muy peculiar: "Las medias de Don Amadeo". ¿Qué eran estas misteriosas medias? Pues en realidad, no existían. Era solo una manera de decir que Don Amadeo nunca usaba medias, ni siquiera cuando llevaba sus zapatos.
La historia de por qué no usaba medias era tan sencilla como conmovedora. Desde pequeño, había aprendido de los indígenas de la selva, la mayoría de ellos no usaban zapatos ni medias porque les impedían moverse con libertad por la naturaleza. Así que Don Amadeo creció siendo como uno de ellos, con los pies descalzos y libres.
Su amistad con los indígenas lo marcó profundamente. Aprendió sus costumbres, sus habilidades y compartió su vida con ellos. Era tan querido por los indígenas que lo recordaban con cariño incluso cuando ya este había envejecido.
A medida que Puyo crecía y cambiaba, la presión social hizo que Don Amadeo se viera obligado a usar zapatos. Fue un verdadero desafío para él, pues sus pies, acostumbrados a la libertad, se resistía a los zapatos. Pero él fue valiente y se adaptó, aunque se negó rotundamente a usar medias. Para él, era un sacrilegio llevarlas en el calor de la selva.
Así, las medias de Don Amadeo se convirtieron en una leyenda en Puyo. Cuando alguien veía a otro usando zapatos sin medias, recordaban esta historia y le decía: "¡Andas puesto las medias de Don Amadeo!".
La historia de las medias imaginarias de Don Amadeo se convirtió además en una forma de honrar su valentía, su conexión con la naturaleza y su amor por la libertad en ese Puyo donde volaban libres las loras y el agua del río era cristalina. En ese Puyo que ya nunca más volverá, pero que quedará en la memoria la historia de “Las medias de Don Amadeo”.
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