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Desigualdad y pobreza: la bomba social que detona manifestaciones en la Amazonía

La extrema pobreza en la Amazonía, especialmente en Puyo, ha detonado las manifestaciones actuales. Con un aumento exponencial de la pobreza, las comunidades indígenas enfrentan altas tasas de desnutrición infantil y carecen de proyectos de vivienda social, educación superior y servicios básicos. La migración indígena hacia Puyo busca mejores oportunidades, pero encuentra racismo y exclusión. La falta de interés político y la negativa a incrementar presupuestos para las nacionalidades indígenas han agravado la situación. La pobreza en las provincias amazónicas es alarmante, con Pastaza y Morona Santiago a la cabeza. La exclusión estatal ha generado indignación y movilización, únicas vías históricas para lograr cambios. Sin justicia social, las manifestaciones comenzarán, y solo la igualdad de oportunidades traerá paz. Las brechas económicas y la falta de atención a las comunidades indígenas y negras exigen una agenda social urgente para cerrar las heridas abiertas.



La historia amazónica ha construido una bomba social llamada desigualdad y pobreza, siendo la extrema pobreza el principal detonante de las actuales manifestaciones en la región. Puyo es una ciudad donde la pobreza ha aumentado exponencialmente en los últimos años, especialmente entre los pueblos indígenas. Las altas tasas de desnutrición crónica infantil se encuentran en estas comunidades. Actualmente, no hay ningún proyecto de vivienda social en ejecución, lo que impide a los más pobres tener una casa digna. Nacer indígena significa tener las más altas probabilidades de no acceder a educación superior ni a servicios de salud. Las comunidades fronterizas con Perú en la provincia de Pastaza no cuentan con servicios básicos ni atención médica de calidad.


Una significativa población indígena ha migrado a Puyo en busca de mejores oportunidades, especialmente los jóvenes, pero encuentran una ciudad amurallada por el racismo y la exclusión. Los problemas sociales se han acumulado durante años y no existe interés por parte de políticos y autoridades en buscar soluciones a las demandas de los pueblos y nacionalidades. Se ha negado repetidamente incrementar el presupuesto para el Departamento de Nacionalidades en el GAD del Cantón Pastaza, y las siete Nacionalidades Indígenas han solicitado presupuesto directo a la Secretaría de la Amazonía sin obtener respuesta.


Según el INEC, Morona Santiago es una de las provincias más pobres de Ecuador, con un 70,5% de su población viviendo en pobreza en 2021, cifra que mejoró ligeramente en 2022 a 65,8%. Pastaza también es una de las provincias más pobres, con aproximadamente el 65% de su población en pobreza. A nivel nacional, el 27.7% de la población ecuatoriana vive en pobreza por ingresos, mientras que el 10.5% vive en pobreza extrema ( infomercado ) .


La exclusión del estado ecuatoriano hacia los pueblos indígenas es evidente. La deuda histórica es vergonzosa y el olvido se convierte en indignación, la cual lleva a la movilización, única vía histórica para los pueblos oprimidos de lograr cambios en las estructuras colonialistas de los estados. Muchos están asustados, el miedo les invita a rechazar lo desconocido, y la ira y el odio invaden sus palabras, pensamientos y acciones. Muchos están listos para confrontar y piden silenciar las voces de justicia con balas. Sin embargo, el contexto social y la razón de lo que sucede es mucho más grande.


Debemos entender que existen miles de razones para que el pueblo se levante y decida incluso perder la vida por un poco de dignidad. Frente al abandono total del estado, el pueblo se levanta y seguirá levantándose. Habrá más paros y nuevas movilizaciones, porque mientras exista extrema pobreza, existirá hambre, y mientras haya hambre, habrá sed de justicia.


Mientras algunos mestizos crean que deben imponer su visión de progreso y desarrollo a los pueblos indígenas, seguirán habiendo manifestaciones. Mientras creamos que los indígenas solo deben vivir en la selva, o que el turismo y la agricultura son las únicas respuestas a sus problemas, seguirán habiendo manifestaciones. Mientras creamos que los dirigentes indígenas deben cumplir el rol del estado, seguirán habiendo manifestaciones, porque mientras muchos crean que los dirigentes deben solucionar problemas que el estado no resuelve, seguirán habiendo manifestaciones.


Mientras no exista justicia social, las movilizaciones continuarán. Las brechas económicas insultantes seguirán produciendo paros. Solo cuando haya igualdad de oportunidades para todos los ecuatorianos habrá paz. Pero mientras los pueblos indígenas sigan desatendidos y el estado no cumpla su rol, seguirán movilizándose y la paz estará lejana. Hay una agenda social pendiente no solo a favor de los pueblos indígenas, sino también de los negros y montubios. El último paro nacional ha abierto heridas causadas por el racismo, y tanto el gobierno como la sociedad civil tienen mucho por hacer para cerrarlas.

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