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"El legado de Gustavo Llerena: forjador de campeones en el levantamiento de pesas " por Jonathan Yépez.



En 1995, a la edad de 9 años, tuve la fortuna de encontrar mi destino deportivo. Tras una tarde jugando con amigos en el parque 12 de mayo, mi padre se acercó y me presentó a un hombre pequeño pero robusto, con una mirada penetrante y una postura erguida. Se presentó con una sonrisa: "¡Hola! Soy Gustavo Llerena." Luego, me tomó del brazo, examinó mi codo con detenimiento y le dijo a mi padre: "Llévalo mañana a las 3 p.m. al gimnasio de Shell."


Aunque no entendía qué estaba pasando, la curiosidad de saber qué deporte practicaría me llenaba de emoción. Cuando llegó el día, a las 3 p.m. estábamos en el Club Tancamarengo. Gustavo me dijo: "Tienes que entrenar porque en un mes viajaremos a competir." Al verme sonreír, añadió: "No te rías, es en serio. Vas a entrenar levantamiento de pesas."


Entrené durante ese mes y, al viajar a Babahoyo, la tierra de mi padre, participé en mi primer campeonato nacional. En esa competencia, Gustavo me regaló un par de botines que se convirtieron en mis zapatos de competición. Con ellos, obtuve el segundo lugar. Recuerdo claramente sus palabras de entonces: "Tienes que entrenar duro, porque esto es solo el inicio."


A lo largo de los años, conocí a la familia Llerena, una gente maravillosa que me recibió con los brazos abiertos. Llegar a la casa de Don Gustavo era como llegar a la mía; siempre había una rica golosina preparada por su esposa. Don Gustavo estaba orgulloso de su negro turuyo y su suco, como solía decir a Walter y Pepe, grandes pesistas que alegraron al país. Mirar las fotografías, medallas y trofeos en la sala de su casa, así como su pasión por el montañismo, era inspirador.


Tuve la alegría de representar al país en el Torneo Manuel Suárez in Memorian en Cuba, donde obtuve el tercer lugar. Pero la mayor emoción fue participar en el Campeonato Panamericano en Chile. Gustavo viajó con nosotros como parte de la delegación ecuatoriana y actuó como juez de pesas. Aún recuerdo su puño en mi hombro, su jale de orejas, y sus palabras: "Mira hasta dónde has llegado y lo que te falta por llegar," acompañado de una gran sonrisa.


Las palabras y acciones de Gustavo Llerena fueron fundamentales para formarme como profesional en el deporte de la halterofilia. Soy licenciado en halterofilia y tengo una maestría en entrenamiento deportivo, todo gracias a la motivación y el apoyo de mi maestro Gustavo Llerena.


Muchos jóvenes, ahora grandes profesionales, fueron entrenados o pasaron por la plataforma bajo la guía de Don Gustavo Llerena, quien fue el precursor del levantamiento de pesas en Pastaza. La medalla de oro de Neisi Dajomes también forma parte de su legado.


Gracias, maestro, por todo lo que hiciste. Compartamos y hagamos realidad un monumento en honor a este gran maestro.


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